Si lo único que podemos cambiar es el mercado en nuestra casa, lo único que vamos a cambiar es el mercado en nuestra casa; no hay una relación tan directa entre lo que compramos y la generación de cambios en el sistema económico y político en el que vivimos. Cuando practicamos el veganismo tratamos de no participar directamente en un sistema de producción injusto y violento con los animales, y con los trabajadores y trabajadoras, que debería terminar, pero que sigue funcionando sin nuestra participación. Habría que cuestionar si es verdad que la población vegana ha aumentado en los últimos años o no, pero suponiendo que sí, no ha sido suficiente como para afectar la producción ganadera y pesquera que se mantiene creciendo de manera estable. Podríamos interpretar el veganismo como un boicot permanente a los negocios de empresas y corporaciones que se benefician económicamente de que billones de animales sean sometidos y asesinados; por lo que practicar el veganismo sería una acción política, pero al mismo tiempo las veganas y veganos somos un nicho de mercado que por pequeño que sea puede ser atractivo para esas mismas corporaciones y empresas; entonces el veganismo pierde (si es que alguna vez la tuvo) su relevancia como parte esencial de un movimiento por la liberación animal y se convierte en la preferencia que hace que ciertos consumidores elijan esta marca en lugar de esta otra. Que una corporación ofrezca productos veganos no quiere decir que haya asumido una postura en contra de la explotación, sino que reconoce una demanda que puede satisfacer. Antes que consumir sus productos por veganos que sean, es preferible apoyar negocios de personas de nuestras comunidades que quieren ganarse la vida dentro de la economía plant based, sin olvidar que dejar de consumir esto por consumir lo otro no tiene tanto impacto como los medios de propaganda vegana corporativa quieren hacernos creer. No practico el veganismo porque piense que votar con el dólar, o presionar desde mis hábitos de consumo sea efectivo sino porque no puedo ser parte activa de un sistema injusto cuando está dentro de mis posibilidades dejar de serlo; sin embargo la idea de votar con el dólar es parte fundamental de la propaganda vegana desde la misma Sociedad Vegana, hasta los medios veganos corporativos. Según Gary Francione, uno de los teóricos más celebrados dentro de la burbuja académica del antiespecismo y el veganismo, (quien confunde a Saddam Hussein con Josef Stalin y no tiene ningún problema con la propaganda del complejo militar industrial de su país), si practico el veganismo, logro que otras dos personas cercanas también lo hagan y estas continúan la cadena, el veganismo va a crecer exponencialmente y la explotación va a abolirse porque dejará de ser rentable. Alcanzar la liberación animal porque las y los consumidores dejaron de consumir productos de origen animal, es un escenario ideal para quienes quieren solidarizarse con los animales sin salir de la fantasía de los activismos de estilo de vida afines al individualismo capitalista, pero no parece muy plausible. Tiene más sentido pensar que el veganismo como nicho de mercado controlado y domesticado por las grandes corporaciones, puede crecer y decrecer dentro de unos límites, sin desplazar a los productos de origen animal, sin liberar a ningún animal que no se reemplace por otro u otra, y sirviendo a los intereses de la clase depredadora. Si veganas y veganos somos un mercado objetivo para vender hamburguesas veganas con una marca de capitalismo verde, y no un grupo organizado de activistas trbajando por un movimiento amplio para la liberación animal que incluya a personas no veganas, que demande una transición a un sistema de alimentación y producción a base de plantas, y que a su vez haga parte de una red de movimientos sociales anticapitalistas; el veganismo se queda en una tendencia de consumo que puede ser asimilada fácilmente por el capitalismo stakeholder, y las facciones liberal o conservadora del establecimiento. La facción liberal, como incluye la bandera lgtbiq + en sus logos durante el mes del orgullo, eventualmente incorporará el símbolo ⓥ, en algúna fecha relacionada con la lucha por la liberación animal, y lanzará promociones para vender productos veganos de grandes conglomerados corporativos con descuento, mientras avanza en el imperialismo y el militarismo pero versión woke; al tiempo que la facción conservadora puede usar el veganismo para avanzar en el imperialismo y el militarismo sin adornos woke, al inocular en un montón de despistados y despistadas del culto a figuras como Gary Yourofsky la idea de que la humanidad es mala por naturaleza, por tanto debo odiar a los y las asesinas de animales que me rodean, justificando la vulneración de sus derechos y/o la violencia en su contra como algo que se tienen bien merecido. O peor, con la ayuda de activistas en contra del cambio climático y para la promoción del veganismo capitalista quienes siguen el libreto del Foro Económico Mundial, el sistema podría transformarse en una distopía vegana en la que no tenemos acceso al agua y los alimentos que crecen de la tierra, para tener que sobrevivir comiendo soylent verde etiquetado como vegano, producido por un conglomerado corporativo dueño de toda la tierra cultivable cuyos principales accionistas serían personajes venerados por los medios de propaganda vegana corporativa como Bill Gates y Jeff Bezos, mientras pasamos el tiempo en el encierro para reducir nuestra huella de carbono (término inventado por la agencia de publicidad Ogilvy & Mather para British Petroleum) y/o la dispersión de algún virus “mortal” para el que estamos esperando una nueva vacuna obligatoria, y por el que debemos reducir nuestra interacción social al Metaverso de Mark Zuckerberg, en donde todas nuestras acciones serán guiadas y monitoreadas por nuestros amos corporativos. Who Invented the ‘Carbon Footprint’? The Shocking Origins・EcoWorlder・Medium Un caso evidente de asimilación corporativa de un movimiento social es el de Nike y Coleen Kaepernik (vegano). El jugador de fútbol americano decidió poner una rodilla en el suelo en lugar de levantarse durante el himno nacional como protesta contra la brutalidad policial y el racismo institucional, por lo que Nike, patrocinadora del equipo y del jugador, vio una oportunidad para posicionarse como una marca audaz, montarse en la ola de un movimiento social popular y ganar puntos en el mercado afroamericano, apoyando la lucha antiracista del jugador. Mientras que a Coleen Kaepernik, su acto de protesta le costó el trabajo, a Nike le costó únicamente la indignación de algunos activistas conservadores que compraron sus tenis para quemarlos en video. Al mismo tiempo celebridades liberales (shitlibs) usaron sus plataformas para mostrar su apoyo a la marca. Recuerdo a Jim Carrey en el night show de un canal de televisión corporativo mostrando sus nuevos Nikes “amigos de la libertad”. Jim Carrey in Real Time with Bill Maher・Real Time With Bill Malher・HBO Nike asumió una postura a favor de la lucha antiracista pero es una corporación que ha hecho su fortuna a punta de comercializar productos hechos por la mano de obra prácticamente esclavizada de trabajadores y trabajadoras en sweatshops, ubicados en zonas de libre comercio donde la legislación sobre los derechos laborales o no aplica o es inútil, y la fuerza laboral: — personas viviendo en condiciones precarias que les obligan a tomar trabajos mal pagos para sobrevivir —; es sometida a toda clase de abusos que suelen ser reforzados violentamente por guardias privados o la policía y el ejército de sus países. Países ubicados en Asia o en Centro América, donde el origen étnico de la mayoría de su población no es precisamente europeo. Más que enfocarse en promover la idea de que cada persona debe votar con el dólar, para que pasen de inmorales a morales según la escala de Gary Francione, es necesario develar la ideología que normaliza el horror de las industrias que explotan a los animales, facilitando el espacio para que cada cual pueda aprender sobre el tema, pensar y cuestionarse sin presiones ni manipulación emocional. También es fundamental apoyar y hacer parte de movimientos sociales anticapitalistas, independientemente de que quienes participan en estos movimientos practiquen el veganismo o no, o hasta tengan una percepción negativa sobre el mismo que podría no ser gratuita. A menos que nuestra familia pertenezca a la clase depredadora, cuando adoptamos el veganismo no dejamos de pertenecer a la clase trabajadora, ni los intereses de esta clase dejan de ser nuestros intereses; hacer parte de otros movimientos nos permite compartir nuestras ideas con quienes están dispuestos y dispuestas a generar cambios políticos y culturales que nos permitan avanzar hacia una sociedad justa, contando con un apoyo social mucho más consolidado que el que podrían alcanzar un grupito de veganos y veganas con cero empatía por la comunidad y cero apoyo popular. Veganism: The Moral Imperative・Gary Francione・Vegan Summerfest Gary Francione es otro de tantos teóricos de la ética animal que parece ignorar completa y tal vez voluntariamente que las tragedias de la ganadería y la pesca no son un problema de consumo individual del que sean completamente responsables las personas no veganas de nuestras comunidades, a quienes alegremente considera inmorales, sino de un sistema educativo y un sistema de producción y distribución que controlan y del que se benefician económicamente personas con nombre propio a los que acertadamente llama capitalistas, para luego lavarles la cara retratandoles como personas “moralmente neutrales” que sólo quieren hacer dinero cumpliendo con las demandas de consumidores y consumidoras que no practican el veganismo, es decir nuestras familias y comunidades a quienes debemos considerar malas personas, como si el adoctrinamiento cultural, el mercadeo y el control del sistema lo tuviesemos nosotros y no los capitalistas. Su postura abolicionista puede ser acertada, pero aunque hay similitudes entre la esclavitud humana y la commoditización de los cuerpos de los animales, hablar de las dos situaciones como si fuesen lo mismo no es necesario y podría negar las diferencias entre humanos y humanas en condición de esclavitud, a quienes se les considera no-humanos o sub-humanos, y los animales víctimas de la industria. Los humanos esclavizados pueden usar sus capacidades cognitivas para organizarse y luchar, y tienen una cultura que les permite afferrarse a su dignidad humana. En el minuto 46, Francione critica un aviso en el que una organización de activistas en contra del uso de pieles animales muestra a Saddam Hussein alegando que quienes visten piel no tienen respeto por la vida humana. Francione confunde a Hussein con Stalin, en lo que podría ser un lapsus que podría pasarle a cualquiera hablando en público, al que no habría que darle mucha importancia, sin embargo me llamó la atención la falta de postura crítica frente a la propaganda del complejo militar industrial, que manipula la opinión pública para demonizar a cualquiera que represente a gobiernos que se salgan de la línea impuesta por el imperio norteamericano, con el fin de justificar invasiones que destruyen países enteros y dejan millones de personas muertas. Casualmente estos países en donde el imperio impone con un baño de sangre la “libertad y la democracia,” usualmente son ricos en recursos como petróleo, minerales, etc… Esta falta de postura crítica demuestra la desconexión posiblemente intencional entre quienes escriben y hablan sobre ética animal, y las realidades a las que se enfrentan millones de víctimas humanas del sistema. Para quedar bien asumen posturas fáciles de rechazo al racismo y otras formas de discriminación, que no implican ninguna conciencia de clase ni compromiso con nada, no arriesgan sus fuentes de financiación, ni sus cargos en prestigiosas instituciones controladas por el gran capital. Instituciones abierta o solapadamente a favor del imperialismo que viene siendo la peor forma de racismo. En un mundo en donde la explotación y la violencia sistemática hacen parte de la producción de cualquier cosa que consumamos, ni quienes practicamos el veganismo podemos decir que todo lo que compramos está libre de explotación y violencia contra los y las trabajadoras, por lo que exigir una coherencia desde el consumo que es imposible de cumplir, y hasta determinar según unos hábitos de vida y consumo si una persona es moral o inmoral, digna o no de la solidaridad de veganos y veganas; es absurdo y propio de quienes carecen de conexión con la realidad. Es muy fácil pensar que como mis hábitos de consumo están alineados con mis valores respecto a la explotación y violencia sistemática contra los animales, entonces quienes trabajan por los derechos de sus comunidades son hipócritas debido a que no consumen responsablemente, y la reivindicación de sus y nuestros derechos es algo en lo que no debo participar. Contenido que desarrolla este tipo de ideas hay más que suficiente, está más que promovido por la mayoría de organizaciones de animalistas mejores personas que cualquiera, y genera una buena cantidad de likes entre veganas y veganos quienes flotan en una nube de superioridad moral sobre la clase trabajadora, integrada por gente sin base moral, asesina de animales y merecedora de cualquier tipo de abusos, a menos que los abusos se apliquen a una mujer que además represente alguna diversidad sexual o étnica; en ese caso habría que aparentar una solidaridad, no de clase sino de la woke, basada en la identidad, para evitar eso del racismo, el machismo y la homofobia que no le sirven al discurso del especismo como discriminación aleatoria igual que estas otras. Discurso promovido por teóricos como Óscar Horta quienes a su vez flotan en la nube del antiespecismo que es todavía más alta. Óscar se dignó a bajar para venir desde el continente de nuestros colonos al Parque Explora, a decirnos a los indios cómo pensar, porque acá no hay nadie que pueda hablar con suficiencia de estos temas, y a deleitarse hablando de sus estrictos y elevados razonamientos éticos inpracticables. Lastimosamente olvidó hacer algo un poco más práctico como protestar por los peces que la institución que patrocinó su charla mantiene en cautiverio y exhibición para entretener a las y los nerds, o siquiera mencionarles. El sentir de los animales・Ciencia en bicicleta・Parque Explora El antiespecista Óscar Horta, quién se toma la atribución de decidir quíen es antiespecista y quién no, en un evento de la Corporación Raya, hablando de su libro “Un paso adelante en defensa de los animales”, en el Parque Explora, donde hay un acuario. Si nos negamos a participar en otros movimientos sociales que luchan por los intereses de la clase trabajadora, o permitimos que animalistas con jefes políticos hostiles con las luchas del pueblo lideren la lucha por la liberación animal, nos exponemos a la captura de nuestra ideología por parte del capitalismo, nos dividimos y aislamos de nuestras comunidades, disminuimos nuestra capacidad de influencia todavía más, y terminamos como idiotas útiles sirviendo los intereses de la clase depredadora. No digo que sea fácil ni puedo garantizar que no se presenten conflictos, pero es preferible trabajar con paciencia con el objetivo de influenciar a quienes luchan por los intereses de la clase trabajadora para que a su vez luchen por la emancipación de los animales, que venderse a los intereses de la clase depredadora.